Despierta mi mente
y te haré volar alto.

2 nov 2013

Noviembre.

No sé ni por qué te escribo ya... Supongo que esta vez lo necesito. Necesito decirte tantas cosas que no he sido capaz de decirte antes... Pero creo que ya es hora, porque dentro de poco no podré callármelo más y explotaré. Y no será agradable... Allá voy.
No puedo más. Te juro que ya no puedo. He llegado al límite. Seguir aparentando que todo está bien no es fácil, ¿sabes? Tampoco va tan mal, pero nada ha vuelto a ir bien desde ese once de noviembre. Todo es menos soportable desde que no estás. 
Desde ese día, he ido coleccionando tantos errores que ahora la vitrina está llena, y todos me parecen tan importantes que no soy capaz de tirar ninguno para hacerle hueco a los nuevos. El primer error fue no pasar página. Me he quedado anclada a nuestra historia, a la desgraciada y amarga historia de recordarte. El segundo error fue intentar reemplazarte cuando sabía perfectamente que nadie me haría sentir lo que sentí contigo. Que ninguno me iba a dar esa sensación de plenitud que me dabas tú. Chico por chico, me he ido dando cuenta de que me podrán atraer muchos, pero yo solo querré a uno. 
Y así, ha empezado a haber un enorme cúmulo de errores que se ha ido haciendo mayor día a día...
Debo decirte que conservo muy bien los malos momentos; todas las peleas, los insoportables celos, el orgullo por parte de los dos... Pero también guardo los buenos momentos; los besos, las dulces caricias, las tardes en mi casa, las noches en la tuya... (Estos los conservo en un bote de cristal marcado con la etiqueta "frágil", que son muy delicados y no quiero que terminen hechos añicos.)
Ojalá pudiera decirte que te he olvidado... Pero si fuera ese el caso no te estaría escribiendo con los ojos rojos, al borde de las lágrimas y con los labios apunto de vomitar todas las palabras que me he estado intentando callar durante casi un año. 
¿Por qué no te vas de mi mente también, si físicamente no estás conmigo? No lo entiendo. O no quiero entenderlo. Y es algo que me está matando. 
No voy a culparte de nada (salvo, tal vez, de no luchar por mí), pero la verdad es que la culpa es mía. Fui yo la que decidí terminar con todo, y ni te imaginas lo mucho que me arrepiento. 
No obstante, debo dejar de mirar al pasado con deseo. Ya no vale pensar en el "qué habría pasado si...". Ahora toca vivir sin ti, cargar con la culpa del error que fue dejarte ir. 
Siento nombrarte a ti, Noviembre, en vez de a él. Sin embargo, me hizo prometer no volver a mencionarle. Y yo, sumisa como siempre, acepté.